“Blessed is the spirit that overcomes” (bendecido es el espíritu que se supera). Así culmina Wave of Sorrow, una canción que comenzó a gestarse durante las grabaciones del antológico The Joshua Tree y que nunca fue terminada. Hasta ahora...
Veinte años después, la banda U2 reedita el disco ganador de un Grammy (al mejor “Álbum del año”), que fue número uno alrededor del mundo y que, hasta la fecha, ha vendido alrededor de 30 millones de copias. El lanzamiento tuvo lugar el día 20 de noviembre en USA (en España habrá que esperar hasta el 3 de diciembre), vía Ume, según las publicaciones especializadas Billboard y NME.
Muchas bitácoras se han hecho eco de esta publicación, fruto del fanatismo, la admiración o, simplemente, la curiosidad. Quisiera encontrarme únicamente entre las dos últimas; en efecto, desde que entrara en contacto con U2, rozando mi mayoría de edad, he admirado su capacidad de llegar a un público tan amplio y de crear diversos temas que han calado prácticamente en todo el mundo. El asunto de la curiosidad es complejo y contradictorio: a veces, creemos firmemente que ahondar en la biografía de alguien es una pérdida de tiempo, que son conocimientos de “Trivial” que no van a suponer nada en la construcción de un saber más hondo; otras, en cambio, enloquecemos leyendo las vivencias de personas destacables, porque sentimos que de veras aportan algo a nuestras vidas; porque nos pueden servir de ejemplo vital o moral; porque entendemos mejor su obra, lo que significaba para ellos; porque incluso la valoramos más al insertarla en unas circunstancias, o porque nos satisface pensar que conocemos un trocito más de mundo...
Fue esa curiosidad la que me ayudó a encontrar una entrevista reportajeada de la banda (Group Therapy, ‘Terapia de grupo’), publicada en The Sunday Times en noviembre de 2004. Asimismo, la revista Time realizó un reportaje titulado Band on the Run, ‘banda en marcha o en carrera’, en abril del 87 (un mes después de la aparición del disco). Se trata de dos piezas que ahondan de forma especial en los orígenes del grupo y en sus vivencias personales más reseñables. En la primera se explica cómo su carrera discográfica continúa en pie 25 años después porque se necesitan mútuamente más que en otras formaciones: cada uno de los componentes es para los otros como un mecanismo de supervivencia, ya que buscan entre ellos elementos que han echado en falta en sus propias familias y han estado huyendo de la “pérdida” toda su vida. Este detalle entronca perfectamente con la filosofía de The Joshua Tree, con sus historias de pérdidas (escuchad Exit, One Tree Hill, Where The Streets Have No Name o Mothers Of The Disappeared, sobre la pérdida de seres queridos) y búsquedas (I Still Haven’t Found What I’m Looking For, en la que se dice que Bono busca a Jesucristo para encontrar la paz). En la segunda pieza se profundiza más en este disco y se da cuenta del vasto éxito cosechado en tan sólo un mes desde su puesta en circulación. Incluso, la portada del número de Time en cuestión fue dedicada a la formación irlandesa, con la frase “Rock’s Hottest Ticket”.
Además de numerosos reportajes en prensa “cualitativa”, que no podemos abarcar aquí, el álbum ha protagonizado un sinfín de listas: la revista Time lo situó entre los mejores 100 álbums de todos los tiempos, en noviembre de 2006; de igual modo sucedió en NME, donde, en junio del mismo año, ocupaba el puesto 11 del Top 20. Para Rolling Stones, en sus 500 grandes álbumes de todos los tiempos, artículo que apareció en el año 2003, The Joshua Tree merecía nada menos que el puesto 26.
En definitiva, ¿qué significan todos estos rankings? ¿Los productos más laureados y premiados por la crítica han de ser los mejores? ¿Qué ocurre si, además, el público coincide en esa valoración? De algún modo, puede significar que The Joshua Tree se encuentra entre los mejores álbumes nacidos en estos últimos 20 años, pero no poseo la verdad absoluta, ni lo pretendo. Lo que sí puedo atestiguar es que al escucharlo nos sentimos inspirados y, con él, U2 ha alcanzado el sueño de todo músico, al lograr que hagamos nuestras sus melodías. Es una de las grandezas de la música: ser capaces de crear algo mientras la escuchamos. Y más todavía: sentirnos como el anciano Scrooge (el de Canción de Navidad), vagando al lado de nosotros mismos hace unos años, cerrar los ojos y ver cómo éramos entonces, experimentar las mismas emociones. Casi poder aspirar los aromas que nos rodeaban... Brindemos, pues, por todas esas canciones que vale la pena “sentir” (en valenciano, ‘escuchar’), que nos humanizan, entre las que se encuentran indudablemente las del álbum The Joshua Tree.
viernes, 23 de noviembre de 2007
VIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL ÁLBUM THE JOSHUA TREE
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